En abril de 2006 me apunté a un curso sobre Gestión de Proyectos. El primer dÃa empezamos con las presentaciones de rigor. Yo fui la última de presentarme. A continuación el profesor nos explicó que hacÃa más de veinte años que estaba dando el curso, con actualizaciones constantes, a distantas empresas de diferentes lugares y paÃses. En nuestra casa hacÃa quince años que lo estaba impartiendo, en distintas unidades, con grupos de personas muy variados, equipos de diferentes niveles y distinta composición.
En todo este tiempo -concluyó- es la primera vez que asiste al curso una secretaria de dirección. Me miró y me dijo «Ya puedes felicitar a tu jefe».
Y asà lo hice, por supuesto. Su nombre: Emilio Mestres.
Más recientemente, en enero de 2009, recibimos la visita de una persona de nuestra organización que venÃa de Estados Unidos y estaba auditando las plantas europeas. Nos habÃan dicho que era una persona con una experiencia de 50 años dirigiendo plantas de manufactura y que se fijaba en cualquier pequeño detalle que veÃa en el taller.
Llegó a nuestra casa acompañado de otra persona, pero fue él quien más preguntas hizo. Insistió mucho en nuestra relación con el cliente y fueron ingenierÃa y logÃstica los que más se lo explicaron. En un momento dado, habló pensando en voz alta: «este tipo de acuerdos nos son habituales». Me sonreà en ese momento en que supe que esta persona habÃa comprendido nuestra singularidad. Me dije que podÃa ser una buena oportunidad para aprender cosas y esperé con ganas las conclusiones.
Llegado el momento, empezó por explicarnos que habÃa estado dirigiendo plantas durante 50 años, su relación con nuestro presidente y el objetivo de su visita. A continuación nos detalló la metodologÃa empleada en sus visitas: llevaba un bloc de papel en el que iba escribiendo las cosas que veÃa y en el momento de las conclusiones iba repasando los apuntes del bloc y hacÃa recomendaciones de mejoras que se podÃan hacer. Pero en esta ocasión no tenÃa el bloc en sus manos, estaba haciendo las conclusiones con las manos vacÃas y el motivo era porque no tenÃa recomendaciones de mejoras para nosotros.
Al frente de la planta, desde el primer dÃa hasta el último: Emilio Mestres.
Gracias de corazón. Ha sido un verdadero honor haber formado parte del equipo.